Nada nuevo puede decirse ya de Woody Allen después de más de cuarenta años de carrera, cuarenta y tres guiones, varias recopilaciones de relatos, columnas semanales, monólogos y conciertos con su banda de jazz. Mejor dicho, nada podemos decir los demás, Allan Stewart Königsberg, sí.
Lejos del personaje excesivamente definido y mitificado que todos tenemos en mente, Woody Allen, el documental, muestra a un artista extrañamente seguro de sí mismo, sin tartamudeos ni señas de neurosis, con una visión simple del arte basada en la autocomplacencia y la producción interrumpida, sabiendo siempre que, si bien la mayor parte de lo que se haga no será una obra maestra, algo bueno se hará alguna vez.
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